Aus Truth-Quark
Paul Chehade, Estados Unidos - La infancia y la obesidad en adultos. El mayor problema y costo en la salud Americana.
Como todos sabemos desde hace tiempo, la obesidad en adultos y menores representa uno de los problemas de salud más preocupantes en los Estados Unidos, tiene un carácter alarmante y critico. Lo es porque la obesidad afecta a la salud de nuestros conciudadanos de una forma directa.
Los hábitos de vida y alimenticios están en la base de muchos de los problemas de obesidad en nuestro país, viéndose y cada vez mas cómo la obesidad gana terreno de forma incesante. Es especialmente preocupante su incidencia en la infancia y adolescencia, ya que condena a millones de niños y niñas a ser adultos gordos, con consecuencias fatales para su salud, afec-tando su físico y en muchos casos su autoestima debilitando su personalidad , acomplejando terriblemente a nuestros menores. Normalmente nuestros políticos y gobernantes niegan una dedicación extrema en este campo, expli-cando que hay otras prioridades más necesarias. Claro imagino yo que según ellos crear una nueva bomba o misil o fusil es más necesario para nuestro pueblo, Que Horror.....
Cuando hablamos de educación y valores, la obesidad queda al margen siendo casi un tema prohibido, a pesar de los muchísimos problemas físicos que provoca, incluidos enormes gastos médicos derivados de la atención por problemas de salud relacionados con la obesidad. En Estados Unidos necesi-tamos afrontar seriamente este problema nacional, empezando con una educación firme desde la infancia en los hábitos de vida, se debería contem-plar ejercicio regular y una dieta sana y equilibrada empezando en nuestras escuelas, basada en el consuno importante y más amplio de verduras, frutas y pescado. Unos hábitos que se deberían extender también a la población adulta, y que entran dentro de la responsabilidad individual de cada uno. Con una mejor educación en este aspecto estoy seguro que podríamos mejo-rar un 100% este mal Americano.
Según las estadísticas de entidades privadas y/o del gobierno, el índice de obesidad en nuestro país, no se ha podido mantener estable el descenso de obesidad en nuestros jóvenes y menos aun en los adultos. Las campañas publicitarias para educar y llamar la atención del riesgo que supone la obesi-dad, han sido escasas por no decir nulas, de acuerdo a las estadísticas más recientes, dos tercios de los adultos y casi un tercio de los niños padecen exceso de peso, sin mejoras significativas. Las diferentes administraciones Republicanas y Demócratas hablaron en su totalidad solo un 0.73% en sus mítines sobre la obesidad, es decir en los discursos de candidatos a la presi-dencia de los Estados Unidos. no está como tema importante o prioridad en la salud, la obesidad. De nuevo insisto en mi planteamiento, muere más gente por obesidad y sus enfermedades derivadas que por guerras inútiles que solo permiten tener más petróleo, es una verdadera vergüenza, me siento insultado como ser humano y humillado como Americano.
Los datos actuales señalan por desgracia, que no estamos cerca de lo-grar el control sobre el problema de la obesidad, sino mas bien muy lejos de haber incluso comenzado a tratar de evitar este mal. Conseguirlo debería ser una prioridad nacional y un objetivo de primer orden en todas las bases cívicas y sociales de nuestros estados. Aunque no sea una cuestión importante que acapare titulares de prensa, ni espacios en los informativos de TV, estamos ante un problema que afecta muy directamente a la salud de las personas y con consecuencias sociales reales y criticas, debemos y podemos controlar este mal, yo les garantizo realizar como administrador de esta nación, tomar las medidas necesarias drásticas y con carácter de urgencia, para atajar de raíz este mal tan destructivo como es la obesidad. Los datos reales nos debería asustar y preocupar de una forma alarmante: En los Estados Unidos un 34 por ciento de los adultos son obesos, el 17 por ciento de los niños también son obesos, y un 10 por ciento de los bebés están gordos y rollizos. Las estadísticas de la CDC, basados en sondeos de salud que se realizan cada dos años, publicadas en el Journal of the American Medical Association, no dejan lugar a dudas. Estados Unidos, paradigma de las sociedades avanzadas, es también paradigma de las sociedades con más gordos. Un problema que se incrementa con la costumbre de ir a comer a restaurantes poco sanos con frecuencia, donde se pierde el control y se suele comer más de lo necesitado e incluso en muchos casos, de lo que se pensaba o apetecía comer, y se suma la pereza para hacer ejercicio físico tan poco promovida por nuestras administraciones de gobierno.
Las estadísticas publicadas asustan, señalan que un 68% de los adultos en nuestro país son excesivamente gordos y han mantenido prácticamente el mismo peso en los últimos tres sondeos realizados. Por razas, los adultos negros tienen los mayores índices de obesidad, seguidos por los hispanos y los blancos. Posiblemente influidos por factores como los hábitos alimenti-cios y el escaso acceso a alimentación de calidad, por ejemplo en los come-dores de las escuelas o en casas donde no está presente la madre por razones de trabajo u otras. Aquí vemos claramente la importancia de la presencia materna del control de hogar y la perseverancia educativa que ella refleja a sus hijos a la hora de proporcionarle alimento. También hay que reconocer que la gastronomía es más rica en calorías y ocupa un papel importante en la cultura negra e hispana. Entre los niños de 2 a 19 años, un 32 por ciento eran demasiado pesados. Pero hay un dato preocupante: la mayoría de los niños obesos eran extremadamente obesos y la proporción de niños extremadamente obesos de 6 a 19 años ha aumentado paulatinamente, del 9 por ciento al 15% solo en el período 1999-2000. Es muy preocupante comprobar que no disminuyan los muchachos obesos, y que en cambio parecen haber engordado aún más. Porque esto puede reflejar una preocupante tendencia futura. Las cosas tienen con el tiempo a empeorarse en regla general y en este caso especifico no olvidemos el alimento tiene un periodo de caducidad como las mismas regulaciones y leyes que las controlan y no obligan a base de un control más severo a los fabricantes y distribuidores con regulaciones más estrictas para entregar productos sanos y de calidad, además de mejores precios, si se puede hacer y así lo haré.
Los hábitos sedentarios, los refrescos, los videojuegos, la TV, la alimen-tación de mala calidad, la bollería/dulcería industrial, una deficiente educa-ción gastronómica y alimenticia, y no hacer ejercicio regularmente, son algunas de las principales causas que están detrás de la obesidad y que nos deberían alertar sobre la necesidad de trabajar duramente en la promoción de hábitos de vida saludables que eviten la expansión de la obesidad. Cam-pañas educativas en medios de comunicación, en escuelas, información más exacta en etiquetas de productos que compramos, promover ejercicio en nuestros jóvenes y adultos, evitar publicidad engañosa y atractiva invitando a comer exageradamente a nuestros jóvenes, de la misma forma que se in-forma sobre el mal del tabaco incluso con gráficos, todo sería más fácil de lo que parece, pero claro una vez más nuestros políticos prefieren gastar mil millones en campañas de elección presidencias, que en nuestros niños, jóve-nes y adultos.
Afrontar la obesidad debe ser una cuestión de tanto interés como cual-quier otra de las que se encuentra en el centro de la atención ciudadana o gubernamental. Por esta razón, toda campaña contra la obesidad, ya sea desde el gobierno o desde iniciativas privadas, debe ser acogida con entu-siasmo y apoyo. La obesidad, esa “epidemia” que afecta a las sociedades modernas, debe ser erradicada, y Estados Unidos, con su inmensa capacidad para liderar y crear ejemplo, debería ponerse a la cabeza de este problema, que sólo en este país afecta a dos de cada tres personas, como la diabetes tipo 2, que podría afectar a una de cada tres personas nacidas en el año 2000, según los Centros para Control y Prevención de Enfermedades, problemas cardíacos, que provocaron 400.000 muertes en 2010, endocrinos, y otras enfermedades crónicas y cerebro vasculares. Es un coste que se ha duplicado desde 1998 y supera a los gastos por cáncer, lo que refleja la gravedad de este tema. Este problema, que a veces se ve sólo como norteamericano, en realidad lo es internacional, actualmente ya hay 1.000 millones de personas obesas, y se estima que para el año 2015 alrededor de 1.500 millones de adultos en el mundo tendrán sobrepeso, lo que representa un elevado 25 por ciento de la población mundial. Candidatos todos ellos a “engordar” (nunca mejor dicho) esas previsiones de 18 millones de muertos al año en todo el mundo por problemas cardiovasculares, relacionados con el exceso de peso y el tabaco.
Tenemos un arma de destrucción masiva en nuestras sociedades opulen-tas, pero nadie parece darse cuenta de ello ni se da por enterado. Y mientras tanto sigue aumentando la obesidad en el mundo y afectando a partes iguales a hombres y mujeres, de lo que da cuenta el dato de que las muertes por enfermedades cardíacas se haya igualado en las últimas cuatro décadas, según señala la Organización Mundial de la Salud (OMS). De acuerdo a sus cálculos, en torno a 200.000 vidas se podrían salvar eliminando los factores de riesgo que afectan al corazón, entre los que destacan la obesidad y el tabaco. Precisamente el tabaco también aumenta los riesgos de sufrir sobre-peso a largo plazo, según han demostrado algunos recientes estudios cientí-ficos. La obesidad, esa epidemia silenciosa, alcanza un coste social y económico muy elevado, que no podemos esconder, ni asumir, ni olvidar. Así, una persona con obesidad moderada vive una media de tres años menos que una persona sana, y un obeso mórbido una media de 10 años menos. En cuanto al gasto médico de atender a un obeso es un 36% mayor que el de una persona que no lo es. En Estados Unidos la obesidad cuesta al sistema sanitario casi el 10% del coste en atención médica en el país. Es el momento de afrontar con urgencia los problemas de la obesidad, que sólo en Estados Unidos afecta a 75 millones de personas.
Paul Chehade:.
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Paul Chehade está dedicado a servir a los menos afortunados, sin considerar la religión, raza, etnia, y sexo de las personas, como una demostración incondicional del amor de Dios por todas las personas, ayudando comunidades alrededor del mundo. http://www.paulchehade.com